27 de marzo de 2014

El palacio azul de los ingenieros belgas

El palacio azul de los ingenieros belgas

Un día de septiembre de 1927, Nalo entró a trabajar en el palacio azul de los ingenieros belgas como aprendiz de jardinero. Las primaveras y las revoluciones llegaron al palacio antes que a ningún otro lugar e iniciaron al joven en la amistad y el amor, en la comprensión y el análisis. 

La historia nos la va contando un niño al que el autor hace evolucionar poco a poco ante nuestros ojos, llevándonos de su mano por la historia, mostrándonos la convivencia entre dos mundos: ricos y pobres, en una visión personal carente de rencor. La novela refleja la búsqueda constante del conocimiento y la perfección. Y a través de la vida de los personajes nos introduce en importantes momentos históricos que anuncian grandes cambios.  

Fulgencio Argüelles, a través de un narrador certero que observa con ternura, nos acerca a los avatares personales e históricos de quienes vivieron y trabajaron en el palacio azul, y conforma un mundo particular que trasciende a lo universal, pues, como apuntó Eugenio d’Ors, «el alma popular es en todas partes la misma».

Fulgencio Argüelles

Fulgencio Argüelles (Aller, Asturias, 1955), estudió psicología en las universidades de Comillas y Complutense de Madrid, especializándose en sociología del trabajo y de las organizaciones. Después de una larga estancia en Madrid, en 1997 regresó a Asturias para residir en Mieres, el lugar donde había pasado su infancia y su juventud.

Antes de la publicación de su primera novela recibió varios premios por sus relatos cortos, tanto en castellano (Aller, Guardo o Internacional de Mieres) como en asturiano (Carreño, Lena o Bilordios de Pinón).

Ha publicado las novelas Letanías de lluvia, Premio Azorín de 1992; Los clamores de la tierra; Recuerdos de algún vivir, Premio Principado de Asturias 2000 concedido por la Fundación Dolores Medio, y El Palacio de los ingenieros belgas, Premio Café Gijón 2003. También ha publicado los libros de relatos Del color de la nada y Seronda, éste último en asturiano y en colaboración con el pintor asturiano J. Enrique Maojo.

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