9 de abril de 2015

Orlando

Orlando

Orlando narra los avatares a lo largo de cerca de trescientos años del que empieza siendo un caballerode la corte isabelina inglesa. Producto en parte de la ambigua pasión de Virginia Woolf (1882-1941) por Vita Sackville-West y antecedente singular del realismo fantástico, la historia de su protagonista, ambientada siempre en sugerentes escenarios e impregnada por la particular obsesión de su autora por el transcurso del tiempo, se desliza como un deslumbrante cuento de hadas ante los fascinados ojos del lector.

Singular biografía, la de Orlando se desarrolla entre la era isabelina y el siglo XX, y además, a mitad de camino, cambia el sexo de su protagonista. Sólo una agilidad narrativa como la de Woolf podía trenzar un juego literario semejante, y sólo un autor como Borges estaba en condiciones de verterla a nuestra lengua. Orlando sigue siendo como una de las mejores novelas de Virginia Woolf debido a su modernidad y a la presencia de todos los temas básicos de la obra de la autora inglesa: la condición de la mujer, el paso del tiempo y la recreación literaria de la realidad.

Virginia Woolf

Adeline Virginia Stephen (Londres, Reino Unido, 1882 - Lewes, id., 1941) creció en un ambiente frecuentado por literatos, artistas e intelectuales. Tras el fallecimiento de su padre, en 1905, se estableció en el barrio londinense de Bloomsbury, que se convirtió en centro de reunión de antiguos compañeros universitarios de su hermano mayor, entre los que figuraban intelectuales de la talla de J. M. Keynes, Bertrand Russell y Ludwig Wittgenstein.

En 1917, fundó junto con Leonard Woolf, con quien se había casado en 1912, la célebre editorial Hogarth Press, que editó la obra de la propia Virginia y la de otros relevantes escritores. Con la publicación de La señora Dalloway (1925) y Alfaro (1927) los críticos comenzaron a elogiar su poderoso lenguaje narrativo en el que se equilibran perfectamente el mundo racional y el irracional.

Woolf fue además pionera en la reflexión sobre la condición de la mujer, la identidad femenina y las relaciones de la mujer con el arte y la literatura, que desarrolló en algunos de sus ensayos; entre ellos, destaca por la repercusión que posteriormente tendría para el feminismo Una habitación propia (1932). En la inquietante y misteriosa Orlando (1928), se difuminan las diferencias entre la condición masculina y la femenina encarnadas en el protagonista, un aristócrata dotado de la facultad de transformarse en mujer.

En uno de los accesos de una enfermedad mental que había obligado a ingresarla en varias ocasiones a lo largo de su vida, el 28 de marzo de 1941 desapareció de su casa de campo, hasta que días después su cuerpo fue hallado en el río Ouse.

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